Recuerdo que estaba jugando un partido de voleibol en el colegio. Era, por tanto, muy pequeñita, una niña. Jugábamos contra otro centro y yo era supuestamente una de las estrellas de mi equipo. Al salir a la pista sentí una presión muy grande en la cabeza, sudoración, nerviosismo… Le grité a mi entrenador que me quitara del partido. Él me respondió, «pero cómo voy a hacer eso, tienes que jugar». Yo le insistí, casi suplicando, y acabé en el banquillo. Supongo que mi profesor no se dio cuenta en aquel momento, pero ahora entiendo que lo que había sufrido pese a mi cortísima edad era ansiedad por miedo escénico.
Antes incluso de aquel episodio viví otra situación similar en la que me negué a salir al escenario en una exhibición de baile flamenco en mi pueblo. Supongo que todo esto sorprenderá a quienes me ven dar conferencias o realizar entrevistas en medios de comunicación, por ejemplo. En la actualidad tengo una actividad pública frecuente por mi situación profesional que, pese al pasado que acabo de compartir con mis lectores, trato de desarrollar con soltura y tranquilidad.
El pánico escénico puede resultar paralizante e interferir de manera destructiva en carreras profesionales. En la mía no permití que lo hiciera. Me licencié en Periodismo, posteriormente me he especializado en comunicación y he tratado de formarme cada día un poco más. No pretendo, por tanto, salir de mi terreno y entrar en el de profesionales a los que respeto muchísimo, los psicólogos, ya que estos son quienes entiendo que deben acometer el tratamiento para un trastorno como el que nos ocupa. Los expertos, además, advierten de que puede durar toda la vida si no se combate convenientemente.
Lo que expongo a continuación son claves para ayudar a comunicar de manera efectiva a quienes están conviviendo con el miedo escénico y están basadas en mi propia experiencia y en la de las personas a las que en algún momento he ayudado con su comunicación estratégica personal.
1.- PREPARAR:
Por mucha destreza que alguien tenga a la hora de hablar en público, la formación general en relación con el tema que se va a tratar y la preparación concreta previa son fundamentales. Todo ello dará seguridad al orador u oradora y este aspecto será transmitido al auditorio, de manera que será más fácil que parezca convincente. En este paso hay que tener en cuenta elementos tan importantes como el tipo de auditorio ante el que se va a exponer los mensajes, el contexto, el tiempo del que se dispondrá…
2.- COMPRENDER:
Para que los demás nos comprendan primero debemos entendernos a nosotros mismos, a nosotras mismas. Si no tenemos claro el significado de algo, es mejor evitar hablar del tema. Es preciso que hayamos interiorizado los mensajes que queremos transmitir a partir de su comprensión por nuestra parte.
3.- CREER:
La falta de convicción propia en lo que uno o una está comunicando es fácilmente perceptible y, en consecuencia, genera desconfianza. Creer en lo que dices es esencial para lograr que los demás también lo hagan.
4.- EMOCIONARSE, EMOCIONAR:
En estos tiempos de sobreestimulación comunicativa, de sobreexposición informativa, emocionar a través de la comunicación adquiere aún más valor. Esto no quiere decir que sumerjas a tu público en un entorno plañidero. Quiere decir que para llegar al cerebro de las personas, antes te ocupes de dejar un recuerdo emotivo en su corazón. Si logras interiorizar tu mensaje hasta el punto de hacerlo tan tuyo que te emociones al compartirlo, transmitirás más fácilmente esa emoción a quienes te estén escuchando.
5.- SERENARSE:
Ante todo mantén la calma. Hay muchas posibilidades de que gran parte de tu intervención no salga como lo habías previsto. En gran medida el temor a que esto ocurra es lo que podría originar el miedo escénico. En tu preparación previa también has debido tener en cuenta esto, de manera que incluso en la espontaneidad estarás controlando de algún modo tu acción comunicativa. Por otra parte, el miedo puede paralizar, pero puedes aprender a gestionar tus emociones para que esto no ocurra.
6.- ESCUCHARSE:
Nada mejor para adquirir nuevas habilidades que aprender de los errores. Analízate de forma humilde, aunque sin flagelaciones innecesarias. Si te has equivocado y lo asumes como una experiencia, será más probable que la próxima vez lo hagas mucho mejor. En la acción de escuchar no olvides la importancia del ‘feedback’ con tus receptores, lo cual te ayudará también a mejorar.
OTROS CONSEJOS GENERALES
Como comprobarás, en gran medida la clave está en comenzar por ti como primer receptor o receptora a quien tendrás que entender y emocionar para finalmente convencer.
Por otra parte, deberás asegurarte de que tu discurso sea claro y que se mantenga en sintonía con tus gestos. Recuerda: todo comunica. En este sentido, no olvides que comunicación verbal y no verbal deben convivir en armonía durante tu intervención. Puedes emplear la segunda para enfatizar la primera. Además, ejemplifica para hacer más compresible tu mensaje y promueve la cercanía suficiente con tus receptores de manera que aumente la conexión con éstos.
Finalmente, recuerda, si algo no sale como esperabas, si te equivocas, una buena opción para salir de esa situación podría ser reírte de ti mismo o de ti misma con sutileza y, a partir de ahí, continuar trabajando para alcanzar los objetivos comunicativos que te habías marcado, reformulando todo aquello que sea preciso.