Mentoring: ¿profesión con futuro?

En ‘La Odisea’ de Homero, Ulises, al prepararse para ir a luchar a la Guerra de Troya, confía a Méntor la tarea del cuidado y educación de su hijo Telémaco, que debía ser formado para ser futuro rey de Ítaca. Con este origen mitológico, el mentoring se convierte en nuestros días en una disciplina que permite a un profesional con experiencia en un ámbito determinado poner al servicio del desarrollo de otra persona u organización todo ese conocimiento para que saque un mayor potencial y pueda avanzar.

Mentores y mentees compartirán vivencias, impresiones… al tiempo que los primeros transferirán a los segundos su ‘know-how’. Una de las principales diferencias que presenta con respecto al coaching es que en este último caso el coach no tiene por qué tener experiencia en el espacio profesional en el que se desarrollará la actividad, sino que trabajará con una serie de herramientas para que el destinatario o destinataria del proceso desarrolle las capacidades que le permitan alcanzar sus objetivos.

El coaching se puso rápidamente de moda en España, pero, en mi opinión, puede enfrentarse a cierta decadencia y descrédito con la misma rapidez, debido a la saturación en su oferta, motivada precisamente por ese rápido ascenso. El coach Sebastián Rodríguez llega a preguntarse en este post: «¿Se acabó la fiebre del coaching?» Todo este proceso, no obstante, podría conducir a «filtrar» de algún modo el sector de manera que queden los mejores profesionales y mejor formados y no quienes simplemente se subieron a una ola. Entre ellos tengo la fortuna de conocer a algunos excelentes.

Por otro lado, el mentoring está viviendo momentos de auge. El emprendimiento y, en concreto, la puesta en marcha de ‘startups’ llevan a la necesidad de disponer de procesos ágiles de aprendizaje que permitan completar el desarrollo de las empresas a través de consejeros y guías en diversas áreas. Así, está adquiriendo relevancia en grandes empresas. Por ejemplo, los 358.000 empleados que tiene Accenture en todo el mundo, desde el último becario en incorporarse hasta el consejero delegado, disponen de un mentor o ‘career counselor’, según su terminología. Esta herramienta se usa en muchas ocasiones de manera altruista, pero su profesionalización permite también que se desarrolle como una actividad remunerada.

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En España se ha constituido la Asociación AMCES, convertida ya en la mayor red de mentores de emprendimiento, startups y economía social acreditada en España. Tengo el honor de haber sido seleccionada junto a otras once personas de reconocida trayectoria, miembro del Consejo Mentor. Esto me permitirá de manera altruista poder aportar mi granito de arena desde una plataforma con una proyección magnífica (no en vano, ya hay unos 700 mentores dados de alta) para apoyar el desarrollo de estos sectores en mi país.